El Centro Nacional de Conducción de Situaciones de Crisis (CNCSC), popularmente conocido como el «Bunker de la Moncloa», toda la información relativa a estas dependencias esta clasificada con el grado de SECRETO mediante Acuerdo del Consejo de Ministros de 4 de Noviembre de 1988, tiene asignado un personal en torno a 80-90 efectivos civiles (finales de 2018), sin contar el personal militar o de FCSE.
Este refugio, conocido en su momento como proyecto CITA -Centralización de Instalaciones Técnicas Auxiliares-,posee muros de hormigón armado de tres metros de grosor reforzados con acero y titanio. Se cierra herméticamente, está diseñado a prueba de bombas nucleares, terremotos, chernobyles, aguanta semanas de largo asedio y, por supuesto, resiste ataques con armas químicas. Una comisión militar viajó a Canadá, Holanda y Noruega para verificar la efectividad de los complejos secretos de estos países. Y la OTAN aconsejó sobre su diseño.
El Acceso se encuentra en uno de los edificios administrativos de La Moncloa. De allí parte un pasillo de seguridad dotado de multitud de detectores. Todos los operarios, médicos, guardias y telegrafistas que trabajan en el edificio, deben identificarse con una tarjeta personalizada. Una vez superados los controles, se pasa al túnel de entrada. A ambos lados se alinean puertas falsas de color granate que no llevan a ninguna parte. Al final de esta galería, que tiene las paredes pintadas de blanco, hay una puerta giratoria por la que se entra al búnker.
Tiene tres pisos y capacidad para 200 personas. El más cercano al suelo, conocido como Planta 0 es también el más austero. Nada más entrar, existe una pequeña sala con una ducha de descontaminación radiactiva. Allí se encuentran las dependencias de seguridad con despachos para los representantes de los tres ejércitos, que tienen ventanas iluminadas para simular la luz del día. En este nivel está ubicado el ordenador central militar, auténtico cerebro de la maquinaria bélica española, desde el que se controlan más de 120 cazas de combate para casos de extrema necesidad. También hay un estudio de televisión para emitir mensajes bajo tierra destinados a los ciudadanos que se encuentran ahí fuera.
El hospital, que se halla en esta altura, está dotado con quirófano, unidad de vigilancia intensiva y todos los avances médicos. Un moderno sistema informático permite el seguimiento del estado de salud de todos los pacientes del recinto. Además, cuenta con una reserva de vacunas contra virus como la viruela o el ántrax. Esta planta se completa con la sala de mapas, una habitación llena de monitores con imágenes de todas las emisoras del mundo y una cámara acorazada para guardar objetos de valor.
Este «Hospital», denominado actualmente Unidad Asistencial Sanitaria, permite ofrecer cobertura sanitaria de forma continuada en las instalaciones del Complejo de la Moncloa y atención integral a la salud del presidente, expresidentes, vicepresidentes, ministros y, cuando se encuentren en territorio nacional, a los altos mandatarios y dignatarios de gobiernos extranjeros, y tenia adscritos para el periodo 2018-2019: 7 Médicos/as y 7 Enfermeros/as, los especialistas que se precisen y 2 ambulancias UCI móvil, medicalizadas y banalizadas.
Se cuenta asimismo con una Unidad Sanitaria de Altos Mandatarios y Dignatarios ubicada en el Hospital Universitario La Paz. El presupuesto anual para mantener este «Sistema Operativo Sanitario» puede alcanzar una máximo de 150.000 euros.
Para descender a la siguiente nivel la Planta -5, los inquilinos del subterráneo pueden utilizar ascensores, escaleras o un montacargas. Este nivel acoge la parte civil del edificio. Posee una sala de reuniones con biblioteca y archivo, otra para servicios de traducción simultánea y otra con un anfiteatro para proyecciones. En esta última, todas las butacas son de color azul, menos una, que es de color rojo… ¿La del presidente?.
Cerca de esta estancia se encuentran las habitaciones dúplex con baño para las autoridades, además de otras estancias más modestas para funcionarios. Este estrato alberga la cocina, una cafetería restaurante y las grandes cámaras frigoríficas que sirven para mantener la comida en perfecto estado. En las neveras pueden almacenarse hasta cadáveres. La renovación de estas existencias se realiza cada dos meses, aunque es un misterio el coste total de las provisiones, la empresa que se encarga de reponerlas y el destino final de los alimentos retirados.
La Planta -10 es la más alejada de la superficie. En ella se encuentran las salas de ordenadores, almacenes, habitaciones para el personal permanente, gimnasio, lavandería, un taller mecánico y otros servicios para los usuarios del búnker. El edificio, totalmente autónomo, posee dos grandes depósitos de gasoil de 40.000 litros cada uno para alimentar de energía el complejo en caso de apagón, depósitos de agua, depuradora, calderas, aire acondicionado, fosa séptica y dos pozos que toman agua a 200 metros de profundidad.
En esta planta existe también una armería que esconde todo un arsenal de rifles y pistolas y, contigua a esta, un pequeño cementerio. El edificio está conectado al exterior por cables de fibra óptica y todas las salas disponen de hilo musical.
Fuente: El Mundo, Suplemento Crónica Nº 385.