Una vez elaborado el producto de inteligencia, llega su comunicación o difusión al cliente. El momento de difusión de los productos de inteligencia depende del carácter del usuario final, de la necesidad de inteligencia a la que responde, de la cobertura temática o geográfica del asunto, de la disponibilidad de nueva información o de si se vive una situación de crisis. Domina, por tanto, la irregularidad, entendiendo por ella que el cliente puede recibir inteligencia en cualquier momento. Aunque, en cumplimiento de las directivas de inteligencia, también es habitual la emisión de breves, informes y estimaciones sobre los objetivos fijados en esas directivas con una periodicidad predeterminada (diaria, semanal, mensual o anual) y con unos receptores previamente establecidos para cada tipo de producto. Cada comunidad de inteligencia tiene sus propios hábitos y normas al respecto, que varían con el paso del tiempo.
La eficacia de la difusión depende de seis elementos: que el mensaje llegue a tiempo, que sea pertinente y adecuado a la necesidad de información que intenta satisfacer, que su contenido sea claro y fácilmente comprensible, que posea un formato apropiado para el receptor y adecuado para el canal de comunicación empleado, que se efectúe por canales seguros y que mantenga un carácter reservado o, cuanto menos, confidencial. La objetividad y la precisión no son cualidades diferenciadoras de la comunicación de la inteligencia. Son dos características de la inteligencia que se asume que vienen dadas por el proceso de análisis, si bien con el reconocimiento de la imposibilidad de la infalibilidad; y, por tanto, que ya están presentes en la inteligencia a comunicar.