Fase de Dirección

La primera de las fases del ciclo de inteligencia es la de dirección. La fase inicial de planificación y dirección recae en los órganos directivos y ejecutivos del servicio de inteligencia. Consiste en establecer los objetivos del servicio a partir de los requerimientos de inteligencia del cliente, estimar los plazos temporales, los recursos necesarios y los costes para su consecución y organizar y gestionar esos recursos.

En el caso de España, las áreas de interés estratégico y los requerimientos de inteligencia generales y prioritarios del Estado se recogen en un documento secreto aprobado anualmente por el Gobierno, denominado Directiva de Inteligencia. Cada año el Centro Nacional de Inteligencia presenta un proyecto o borrador de directiva a la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos de Inteligencia.

La función de planeamiento o planificación es la primera que se desarrolla en la fase de dirección y se inicia en cuanto el Servicio de Inteligencia tiene en su poder el documento en el que el decisor político ha plasmado sus necesidades de inteligencia (Directiva de Inteligencia, en el caso de España

Una vez que el decisor político ha identificado los ámbitos de interés estratégico y de acuerdo con ellos ha formulado sus requerimientos de inteligencia prioritarios, conforme a las normas y costumbres propias de cada Estado, la Dirección del servicio de inteligencia determina los objetivos generales a partir de esos requerimientos. Para fijar los objetivos generales se efectúa un cálculo de amenazas, una ordenación por prioridades, atendiendo a las preferencias de los clientes, y una focalización en lo importante, El servicio también debe tener en cuenta durante este momento de la planificación situaciones imprevistas o motivadas por circunstancias coyunturales, más o menos previsibles, que puedan aparecer con el paso del tiempo; es decir, lo que en el argot del mundo de la inteligencia se denominan “objetivos caídos del cielo” o “estrellas fugaces” cuando unos asuntos requieren una importante atención durante un corto período de tiempo y luego pasan. A continuación, cada uno de los objetivos generales se desmenuza y concreta, a su vez, en objetivos específicos de tipo operacional. Estos objetivos operacionales se recogen en documentos internos de trabajo que permiten distribuir, encomendar y comunicar actividades, tareas y responsabilidades entre los diferentes órganos del servicio; así como establecer prioridades y tiempos de ejecución. El órgano de dirección también se encarga de decidir, presupuestar, asignar y movilizar los medios y recursos humanos y materiales que considera necesarios para el logro de los objetivos, y en particular para la obtención de información. También es de extrema importancia durante este momento fijar las agencias de inteligencia de otros países con las que se colaborará para el logro de cada objetivo y bajo qué condiciones. En el caso español, la ordenación y la operacionalización de la Directiva de Inteligencia que realiza el CNI se denomina Plan Permanente de Inteligencia.

Posteriormente, y de acuerdo con este plan general, se diseña para cada proceso de producción de inteligencia específico un programa propio y singular de obtención de información y de realización de las siguientes actividades del ciclo, que será implementado por aquellos órganos a los que se encomiende en los plazos y las formas que se establezcan. Para su cumplimiento, los órganos receptores de las instrucciones deben habilitar y organizar los medios y recursos necesarios, de acuerdo con lo que les ha sido asignado, y actuar y ser responsables de sus actos conforme a la estructura organizativa y la normativa interna de cada servicio y los límites legales existentes al respecto.

La fase de planificación y dirección, de la que es responsable la Dirección del servicio de inteligencia, se caracteriza por cuatro acciones fundamentales: fijación de los objetivos generales y operacionales a partir de los requerimientos de inteligencia expresados por el órgano político al que sirve el servicio; decisión de qué información se debe recoger y cómo se obtendrá; organización y destino de recursos y medios adecuados para la obtención y el procesamiento de esa información y su conversión en inteligencia; y determinación de las responsabilidades y los procedimientos de dirección y de acción. En esta fase cobran especial relevancia las denominadas funciones directivas, a saber: planificación, motivación, mando, control y coordinación; manteniéndose vigente las cuatro últimas a todo lo largo del ciclo de inteligencia.

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