EL TIEMPO PASA, PERO LAS MALAS COSTUMBRES QUEDAN
Por E. Martínez Codó
El caso Litvinenko estalló como una verdadera bomba en Gran Bretaña, y pronto su repercusión se extendió sobre todo el mundo. Después de casi 30 años de aparente tranquilidad, después de la Caída del Muro de Berlín (1989), después de la reunificación de Alemania (1990), luego de la «Perestroika» (1985–1987), de la «Glasnost» (1987), del fracaso de la llamada «Revolución de Agosto» (1990), y de la instauración de la Federación Rusa que en 1991 puso punto final a la Unión Soviética, así como del mismo KGB (Comité de Seguridad del Estado soviético), todo el mundo respiró profundamente aliviado creyendo haber dejado atrás a la Guerra Fría (que entre paréntesis no fue tan Fría). Pero estaban equivocados, se habían olvidado de aquel viejo refrán que dice «el tiempo pasa, pero las malas costumbres quedan».
Así sucedió el pasado 1º de noviembre (2006) cuando la opinión pública inglesa, y bien pronto la del resto del mundo, comenzó a sospechar que algo de aquel tenebroso pasado de crímenes y persecuciones políticas, propios de la era de Stalín o Jruschov había renacido con igual virulencia que antes.
> EL PERSONAJE Y SU ENTORNO
El caso de la terrible muerte del ex teniente coronel del FSB (sigla rusa que distingue al Servicio de Seguridad actual, que se montara sobre la base de una de las partes en que dividió el antiguo KGB) (1) en 1991, involucró a este hombre de 43 años, a su familia y a también a una serie de personas y personajes que no tienen nada que ver con el caso, algunos de los cuales corren peligro de vida, así como a numerosos aviones comerciales, que debieron ser retirados de línea para ser descontaminados.
Ese 1º de noviembre Litvinenko, que tras un duro enfrentamiento político y profesional con sus superiores había sido objeto de persecuciones, arrestos previos, se vio obligado a huir de su país y buscar refugio en Gran Bretaña, radicándose en Londres. Allí encontró algo de paz, y ene. 2005 logró la ciudadanía inglesa. Ese día, por la noche, como decíamos, Litvinenko comenzó a sentirse mal y siguió así al día siguiente hasta que su estado era tan notoriamente malo que debió ser internado de urgencia y con pronóstico reservado en el Hospital de la Universidad de Londres (UICH), donde le detectaron que había sido objeto de un severo y silencioso atentado con una materia radiactiva.
Pero, ¿qué hacía y por qué? Litvinenko para recibir ese trato? A fines de los años 90 del siglo pasado, y a la edad de 26 años, Litvinenko había ingresado al FSB tras cumplir un período de instrucción militar en el Ejército regular. El hecho de pertenecer al FSB no significa necesariamente que se haya desempeñado como un espía, como un agente encubierto. Conocía sí, el trabajo de los espías, pero él no era un «clandestino».
Cuando Gran Bretaña lo acogió en su territorio, Litvinenko pronto encontró -o se hizo amigo- de los numerosos disidentes rusos que la Guerra Fría había arrojado fuera de la URSS, entre ellos el célebre Oleg Gordievsky, coautor del libro «Le KGB dans le Monde» y otros trabajos sobre las actividades subrepticias de los organismos de inteligencia soviéticos en la represión del pueblo checheno. También halló amistad en otros emigrados como Boris Berezovsky y otros personajes europeos especializados en los estudios sobre la antigua URSS, como el investigador italiano Mario Scaramella, una de los últimas personas que tuvo contacto con él el día que comenzó a sentirse mal.
Pronto este ex integrante del FSB comenzó a criticar y denunciar las prácticas ilegales de sus antiguos camaradas. De es manera se interesó primero por las muertes de 300 personas; hecho ocurrido en Moscú so pretexto de reprimir a una manifestación de residentes chechenios. Más hacia nuestros días, se interesó por el asesinato de la periodista rusa del diario «Novaya Gazeta» Anna Politkovskaya, de 48 años, que también investigaba ese caso, la cual fue eliminada brutalmente de varios disparos en la espalda (7 de octubre de 2006). Pero lo que tal vez fue más importante para sus asesinos, fue la publicación en el 2002, junto con el historiador Yuri Felshtinsky, del libro «Como hacer volar a Rusia: el terrorismo por dentro», una dura crítica para el gobierno de Moscú.
Esa actividad crítica le valió el desprecio de sus antiguos superiores, así como amenazas y hasta un atentado directo con explosivos, que deliberadamente (¿?) no fue de la intensidad necesaria como para causar mayores efectos. El episodio ocurrió tres años después de la publicación del libro, cuando su domicilio fue objeto de un atentado con explosivos colocados en un cochecito para transportas bebes abandonado frente a la puerta de calle de su domicilio el cual, felizmente solo causó daños materiales. Pero la advertencia ya estaba dada.
> UNA SERIE DE INTERROGANTES
Lo ocurrido ese 1º de noviembre estuvo rodeado, desde un principio, por una serie de interrogantes e informaciones contradictorias. A unos días de esa fecha Litvinenko comenzó a perder todo el cabello y vellosidades de su cuerpo, por lo cual inmediatamente se sospechó que se estaba frente a un caso de irradiación fuerte; asimismo se notó la influencia de la radiación en la médula espinal y el sistema linfático. Pero ¿cuándo y en qué momento y con qué elemento había sido atacado la víctima?
Las respuestas eran varias. El caso revelaba una clásica operación clandestina de eliminación de personas conspicuas opuesta al régimen imperante en Rusia según los patrones operativos del antiguo KGB y sus similares anteriores, encargados de las llamadas «operaciones húmedas» en la jerga de aquellos organismos. Primero se sospechó que había sido atacado con Talio-81, otro elemento radiactivo anteriormente utilizado, pero casi de inmediato un análisis más detenido arrojó otro diagnóstico: el agente utilizado era el Polonio-210, que no es más que uno de los tres isótopos que tiene el elemento (208, 209 y 210) (Po en su símbolo químico). Este isótopo es el único componente del humo de los cigarros que ha producido cáncer por sí mismo en animales de laboratorio por inhalación. Los tumores aparecen con un nivel de Po-210 cinco veces más bajo que en las dosis que recibe una persona fuma mucho. Y el cirujano británico C. Everett Koop declaró que la radioactividad, y no el alquitrán es la responsable del 90 % de todos los cánceres que se atribuyen al tabaco.
DECLARACIONES DE UN CIENTIFICO
El doctor David Cancio, jefe de la Unidad de Protección del Centro de Investigaciones Energéticas, Medio Amiente y Tecnología de España, afirmó que «el Po está presente en pequeñísimas proporciones en el Uranio. Una tonelada de mineral de Uranio contiene 100 microorganismos de Po. Un miligramo de Po-210 puede ser suficiente para matar a un ser humano. Para producir ese efecto quizá sea necesario utilizar un centenar de microgramos, lo que es muy poco. Estamos hablando de millonésimas de gramo. Pero esa cantidad es enormemente radiactiva y bastante volátil y si alguien la ingiere o inhala causa un estrago en muchos órganos
destruyendo las células dentro de los tejidos»
De esta manera, si se buscan isótopos de Po-210, se los va a encontrar en muchas partes y en mechas personas; claro que en dosis pequeñas. Entonces ¿fue realmente el Po-2120 la causa de la muerte de Litvinenko, y cómo ingirió o inhaló éste la dosis mortal que puso fin a su vida en sólo tres semanas?
Decididamente, el problema reside en la forma en que se le habría suministrado la dosis mortal; aspecto que oculta la manipulación del Po y la forma en que le fue aplicada, lo que demuestra la existencia de un laboratorio muy bien equipado y especializado en la materia que, por su naturaleza intrínseca, sólo puede estar en manos de un poder estatal y con objetivos bien definidos.
Al parecer, la «explosión» de las informaciones sobre la existencia de rastros de Po-210 en aviones de línea, restaurantes, personas y edificios varios fue –o es- un efecto buscado por los gestores reales de asesinato de Litvinenko, que han seguido lo afirmado por aquel viejo dicho: ¿»Como esconder un elefante en una plaza pública? Sencillamente llenando la plaza con una manada de elefantes»
> UNA VIEJA SAGA CRIMINAL
Para comprender la tradicional actividad de los Servicios de Inteligencia soviético, que ahora parecería renacer en forma más refinada y «científica». Primero debe recordarse algunos de los hechos más meticulosos y aflatados ocurridos fuera del territorio soviético qe todos creían haber sido superados, y en los cuales estuvo presente la oscura manos de aquellos organismos, llámense Checa («Cherezvichainaya Kommissiaya po borde s Kontrevolutsyi» = Comisión Extraordinaria para combatir la Contrarrevolución); la OTD («Octel pu Terroru i Diversii» = División para el Terror y la Diversión); KRO («Kontra Razvedyvatelyi Otdel» = División de Contraespionaje) y, en gerneral a todos los organismos que según ya mencionamos tenían a su cargo las «operaciones húmedas» en el exterior de la URSS:
– 1926 (23 de marzo) – Symón Petlura, lider nacionalista ucranio que vivía asilado en París (Francia). Asesinado bajo el pretexto de una ajuste de cuentas de naturaleza reinvicatoria judía.
– 1938 (2 de marzo) – Eugenio Konovaletkz, lider nacionalista ucranio. Eliminado en una calle de Rótterdam (Holanda) por el agente soviético (luego general) Pavel Sudoplatov, con una bomba tipo «caza bobos».
– Idem (16 de enero): León Sadov, hijo mayor de León Trotsky, asesinado en París (Francia), un día antes de ser dado de alta de un hospital donde se le había practicado –felizmente- una operación de apendicitis.
– Idem (4 de setiembre) – Ignace Poretski (a) Reiss, (a) Ludwig, ex alto jefe de la Inteligencia Militar soviética y partidario de León Trotsky, que había desertado, muerto a tiros en proximidades de Lausna (Suiza).
– 1940 (20 de agosto) – León Trotsky, líder y creador de la IV. Internacional Comunista, opuesta a Stalin, asesinado por el agente comunista Ramón Mercader (a) «Jacson», que se hacía pasar por simpatizante de la víctima, en Tlatelolco, Ciudad de México.
– 1941 (10 de febrero) General Walter Krivitsky, ex Jefe del Servicio de Inteligencia Militar soviético en Europa Occidental, fue eliminado en una habitación de un hotel de la ciudad de Washington (EE.UU), simulando un suicidio. Lo interesante es que el «suicida» habría tomado la decisión de poner fin a sus días mientras se descalzaba, ya que fue hallado tendido en la cama con sólo un zapato calzado.
– 1948 (10 de marzo) – Iván Massaryk, ministro de RR.EE de Checoslovaquia, defenestrado
desde el tercer piso del Palacio Czermen, simulado también un suicidio.
– 1957 (12 de octubre) – Lev Rebet, dirigente nacionalista ucranio radicado en Munich (Alemania
Occidental) asesinado por el agente Bogdan Stashynsky mediante una pistola lanza gases
de cianuro que le produjeron la muerte en pocos segundos.
– 1959 (15 de octubre) – Stepan Bandera, líder de la OUN (Organización Nacionalista Libre),
asesinado también en la ciudad de Munich, por el mismo agente que había matado a
Lev Rebet, utilizando el mismo método y veneno (2).
– 1959 (9 de mayo) – Béla Lapussnyik, disidente húngaro que residía en la ciudad Viena
(Austria).
– 1978 (7 de setiembre) – Georgi Markov, disidente búlgaro, residente en la ciudad de Londres
(Gran Bretaña), eliminado mediante un balín de sólo 1,5 mm envenenado, que fue dispa-
rado desde un paraguas sobre una pierna, en un simulado encuentro callejero.
DISTINTAS SIGLAS PARA ORGANISMOS CON UNA MISMA MISIÓN
Desde un principio, desde la Revolución Bolchevique de 1917, los organismos de Inteligencia del Estado soviético, y luego de la Federación Rusa, han sido modificados y son conocidos bajo distintas siglas, como ser: 1917: CHECA – 1922: GPU – 1923: OGPU –
1934: NKVD – 1946: MVD – 1945: KGB – 1991 (hasta hoy): FSB y SVR, desdoblado e integrando dos organismos distintos; el primero dedicado a la Inteligencia de la Seguridad Interior, y el otro, a la Inteligencia Exterior, respectivamente, como sucede en EE.UU con la CIA y el FBI; en Francia con la
DGSE y la DST; Gran Bretaña con el MI. 5 y el MI.6; etc.
> COLOFON TEMPORARIO
¿Debe entonces completarse esta lista con la muerte –hasta ahora- de Alexander Litvinenko? Indudablemente pero, ateniéndose a los hechos concretos. Litvinenko era un
disidente tercamente enfrenado con el régimen político imperante en su patria. Ya había sido objeto de un aviso (atentado liviano) hace un tiempo. Litvinenko murió porque alguien le irradió deliberadamente. Quien fue, no se ha podido determinar hasta ahora. Además, no es la única víctima, ya que deben agregarse sus amigos o allegados
Pero el caso viene siendo rodeado por una serie de noticias e informaciones tremendistas y, a veces, poco creíbles o contradictorias, que tienen una rápida y gran difusión, tanto exagerando las consecuencias como señalando enemigos y objetivos muy variados. Una de esas informaciones (mejor dicho cuidadosas desinformaciones) habla de que su padre, Walter, (¿de dónde salió este nuevo personaje?) manifestó que su hijo se había convertido al islamismo poco antes de su muerte; que habría colaborado con Al Qaeda, a la cual le habría suministrado -ya en el año 2000- material radiactivo para realizar actos de sabotaje; actos que no se produjeron durante los cinco años posteriores a esa entrega. Asimismo, llama la atención la ceremonia llevada a cabo en su homenaje en la mezquita del Regent’s Park, en el centro de Londres
Pero no solo apareció el padre, sino que también lo hizo su madre, Nina Belyavskaya y la primera esposa de Litvinenko, Natalia, así como sus aparentes «amigos» como Alex Goldfwrd, Boris Borezovsky, Andreí Nekrasov, el disidente chechenio Ahmed Zakayev, etc; mientras tanto menudean las denuncias de distintos grados de contaminación radiactiva en Londres, la embajada británica en Moscú, un edificio en Hamburgo (Alemania), y otros «amigos» como Mario Scaramella, Dmitri Kovtoun, y en Moscú Yegor Gaidar, ex primer ministro interino de Rusia (1992), que fue también contaminado en Dublín (Irlanda).
En una palabra, se está abriendo deliberadamente un abanico de posibilidades e informaciones contradictorias que, por ahora, hace imposible llegar a una certeza clara y definitiva. Paradójicamente, lo único que estableció el famoso Scotland Yard era que Litvinenko «había sido objeto de un asesinato»; ¡chocolate por la noticia! La táctica de esconder a un elefante dentro de una manada de elefantes, ha sido desplegada en todo su esplendor.
Pero a Alexander Litvinenko nadie lo ha podido esconder, sino que lo han enterrado bien muerto, en un pesado ataúd blindado a prueba de la radiación residual que su cadáver podría contener. Hasta se ha llegado a iniciar una investigación en la misma Rusia, para determinar cómo fueron contaminados con el Po-210 ciertos personajes e inmuebles en la misma Rusia y en el exterior. De esa manera, el presidente de la Cámara de Cuentas de Rusia, Sergei Stepashin, ex director del mismo FSB llegó a afirmar que estaba seguro en un 100 x 100 que todo se trata de un acto de desestabilización para entorpecer las relaciones de Rusia con la Unión Europea, en un claro y bien concebido ejemplo de lo que los rusos denominan «Operación de Dezinformatsia»
En pocas palabras, estamos ante uno de esos casos típicamente considerados como «pendientes», aunque sí sabemos que se ha eliminado alevosa y silenciosamente a un hombre y se han enfermado muchos otos.
> ACLARACIONES
(1): Para comprender mejor este cambio, debe tenerse en cuenta que después de 1991 el KGB se disolvió y sus unidades orgánicas pasaron a constituir dos organismos diferentes. El FSB (Federalnaïa Sloujba Bezeopasnosti ó Servicio Federal de Seguridad Interior) y el SVB (Sloujba Vnechovonoï Razvedki ó Servicio de Inteligencia Exterior). El primero tomó a su cargo todas las misiones que el KGB realizaba en el interior de la URSS, mientras que el segundo hizo lo mismo con las actividades en el exterior, incluido el espionaje y las actividades clandestinas. De esta manera la categoría de «espía» que se aplica a Litvinenko no es apropiada, debido a que no dependía propiamente dicho de una organización de espionaje, sino de seguridad interior. De hecho, ambos nuevos organismos deben considerarse «herederos» del KGB, pero solo en forma parcial y no individualmente como «único».
(2): En realidad no se trataba de un arma de fuego sino de un instrumento muy particular. Tenía uno o dos cañones (en el caso de Bandera, por ejemplo) En ellos se cargaba una ampolleta de vidrio de poco espesor lleno de gas cianídrico. Los percutores funcionaban a resortes, que soltaban un émbolo que rompía las ampolletas y proyectaba el gas hacia adelante. Su corto alcance eficaz hacía que los disparos fueran hechos a muy corta distancia. Para ello el procedimiento consistía en esconder el arma dentro de un rollo hecho con un diario o revista, y apuntar rápidamente al rostro de la víctima cuando se cruzaba en una escalera de acceso al departamento donde vivía la víctima. Para evitar la proyección de partículas de vidrio, los cañones tenían en la boca un filtro que sólo permitía el paso de gas. Sólo una autopsia cuidadosa y detenida podía determinar las causas de la muerte, pues generalmente al encontrarse los cadáveres en las escaleras de las casas lo primero que se sospechaba era que habían fallecido a consecuencia de un paro cardio-respiratorio al subir por las mismas. El propio Stachynsky reveló todo el complot cuando desertó en Berlín la noche antes de la construcción del Muro que dividió la ciudad.
> FUENTES CONSULTADAS:
– Dossier: «Les secrets du KGB», en la revista «Historia» pág 42 a 75, Nº 633, agosto 2000 – Francia.
– «Le KGB dans le Monde» – Christopher Andrews y Oleg Gordievsky, Fayard 1990, Francia
– «Les espions» – Roger Gheysens – Editios Elseveir Séquoia, Bruselas,1973, Bélgica»Operaciones Especiales» – Pavel y Anatoli Sudoplatov – Plaza y Janes, España, 1994.
– «Our own People» – Ann Arbor. University of Michigan Press, 1970, EE.UU.
– «¿Fue asesinado León Sadov?» – León Trotsky en «Socialist Appeal» del 13.agosto 1938. Mexico.
– «Una lección trágica» – en «Socialist Appeal», 6.nov.1937. México.
– «Russia military, usually silent, urges hand lime on Chechenia» – Celestine Bohlen, en The New York Times, 7.nov.1999.
– «El Crimen como práctica constante de la política soviética» – E. Martínez Codó, en «Estudios sobre el Comunismo», Nº 40, abril/junio 1963 – Chile.
– «El fantasma de la Guerra Fría» – Paul Reynolds – BBC Mundo – 20.Nov.06.
– «Miedo al pinchazo mortal» – Alberto Rojas, en La Nación, 26.Nov.06.
– «El veneno de la KGB» – David Remnick, en Clarín del 3.mayo.1992.
– ¿Qué pasó durante los últimos días de Alexander Litvinenko? – Walter Oppenheimer, en El País, 6.Dic.06.
– «Misterio en Londres por un ex espía envenado» – Graciela Iglesias, en «La Nación» 20.Nov. 06.
– «Tensión entre Londres y Moscú por el ex espía» – Graciela Iglesias, en «La Nación» 21.Nov.06.
– Cables y notas de las agencias: AFP, ANSA, BBC Mundo, DPA, EFE, EURO NEWS, REUTERS, RIA NOVOSTI, The Sunday Times.