Si el artículo es cierto, o se acerca a la realidad, mis más sinceras felicitaciones al CNI y, en especial, al Grupo de Apoyo Operativo de la Guardia Civil.
Tras el rastro de Thierry
• Emisores de señales vía satélite proporcionados por los servicios secretos españoles han sido utilizados en el seguimiento de Francisco Javier López Peña, el dirigente etarra detenido la pasada semana en Burdeos, desde que éste participó en las conversaciones Gobierno-ETA, en diciembre de 2006.
Tiene la apariencia de una radio grande, uno de esos transistores de Onda Media y FM con antena telescópica de antes de la era digital. Pero no es un artilugio antiguo, sino un sofisticado rastreador de radiofrecuencias que los dirigentes de ETA han usado para evitar los seguimientos electrónicos de las Fuerzas de Seguridad españolas. Los cabecillas etarras han utilizado ese escáner para averiguar si alguna señal emitida desde algún coche o piso de la banda estaba siendo olisqueada por los receptores de la policía, la Guardia Civil o la Gendarmería. Es tecnología comúnmente accesible sólo a policías y militares, al precio de 4.000 euros.
Los emisores que ETA trata de contrarrestar con ese artilugio han sido utilizados por agentes del CNI. Son pequeños chips, no mayores que una moneda de euro –explican expertos en radiotecnología– que emiten señales digitales, GSM o GPRS, a voluntad del que los controla a distancia, vía satélite. Fuentes policiales aseguran a interviú que esos aparatos han desempeñado su papel en el último golpe que ha recibido ETA, con la detención de Francisco Javier López Peña, Thierry, sorprendido en Burdeos en la noche del pasado 20 en compañía de los también etarras Ainhoa Ozaeta, ex concejala del Ayuntamiento de Andoain; Jon Salaberria, ex parlamentario vasco y dirigente de Batasuna desde 2000, e Igor Suberbiola, de 28 años, ex portavoz de Haika, la rama juvenil etarra, suma de Jarrai y Gaztediak.
Las mismas fuentes desvelan que a López Peña se le empezó a monitorizar en diciembre de 2006, cuando apareció en las reuniones de Suiza entre el Gobierno y ETA. En los encuentros sostenidos durante el proceso, los coches u otros objetos personales de los interlocutores etarras fueron infectados por el CNI en un número no determinado de veces con chips emisores. Los etarras, que lo sospechaban, llevaban los coches que empleaban a un taller amigo, donde el vehículo era situado sobre un foso mecánico para una exhaustiva inspección y un lavado a conciencia. Pero los exámenes del taller no fueron todo lo completos que López Peña hubiera querido, ni tampoco funcionaron a fondo los inhibidores de frecuencias de los etarras. Según aseguran fuentes de la lucha antiterrorista, los aparatos emisores de esta última operación contra ETA fueron colocados por agentes de los Grupos de Apoyo Operativo de la Guardia Civil en los coches que López Peña y Ainhoa Ozaeta usaron del 18 al 20 de mayo en sus viajes a Burdeos. Ni mucho menos es la primera vez que la capital vinícola de Francia es escenario de avatares de ETA. En Burdeos, en el 63 de la Rue Tours de Marne, los dirigentes de la banda habían alquilado en agosto el pequeño apartamento de 40 metros en el que han sido capturados. El casero, Louis Fred Fort, un antiguo jugador de rugby de 75 años, también ha sido detenido. Es probable, según fuentes policiales, que en ese mismo escondrijo de Burdeos se hubiera ocultado Aitzol Iriondo, Gurbitz, el tercer etarra que participó en el asesinato, el primero de diciembre de 2007, de Fernando Trapero y Raúl Centeno, los dos guardias del Grupo de Apoyo Operativo a los que sorprendieron en el aparcamiento de un bar de Capbreton (Francia). Habían parado a desayunar cuando volvían de –o iban a– colocar micrófonos y radiobalizas para seguimientos a etarras. Tras acribillar a los guardias, dos de los asesinos, Saioa Sánchez y Asier Bengoa, fueron detenidos en Chateaunef de Randon, en el sureste francés. El vehículo en el que huyó Gurbitz apareció el pasado 8 de mayo a dos kilómetros de Burdeos.
La ‘conexión Andoain’
José Antonio Barandiaran Ezama, alcalde de Andoain (Guipúzcoa, 15.000 habitantes) con Euskal Herritarrok entre 1999 y 2003, no es un batasuno más; es un peso pesado del nacionalismo radical vasco. Por eso ETA lo había elegido como uno de sus intermediarios para una futura nueva negociación con el Gobierno, según se ha podido saber con este golpe a la banda. Pero los planes de los terroristas se han venido abajo justo cuando se elaboraban en el apartamento de Burdeos, el pasado 20 de mayo. Horas después de haber capturado la policía francesa a parte de la jefatura etarra –Thierry, Ainhoa Ozaeta, Igor Suberbiola y Jon Salaberria– en la ciudad francesa, la Guardia Civil detenía a Barandiaran en Andoain. Según fuentes policiales, Barandiaran fue a Burdeos el pasado 18 de mayo y se reunió con Ainhoa Ozaeta, que había sido su tenien te de alcalde y con la que mantiene amistad. Iban a tratar la elaboración de un borrador de reivindicaciones de ETA para una hipotética nueva negociación con el Gobierno. Otras fuentes policiales no descartan que la reunión fuera también para alguna entrega de dinero. En el orden del día de esas citas, además, pudo haber conversaciones para formar una nueva dirección batasuna. Las relaciones personales entre Barandiaran y Ozaeta no eran desconocidas para los investigadores policiales. Meses antes, en octubre de 2007, Barandiaran se había visto con Ozaeta, y también habían sido descubiertos ambos. Pero este golpe a ETA empezaba entonces a tomar forma y, aunque la pieza era muy apetecible, se aplazó la detención para trabajar esta nueva pista, la conexión Andoain: localizada Ozaeta, era cuestión de tiempo dar con otros peces gordos. Así ha ocurrido siete meses después. Una vez confirmada la integración de Ozaeta en la dirección de ETA, las Fuerzas de Seguridad se centraron en sus amistades y parientes. Y entró en escena Juan Antonio Barandiaran. “El papel del ex alcalde de Andoain ha sido importante en estas detenciones”, señala una fuente cercana al secretario de Estado de Interior, Antonio Camacho. Agentes de la Guardia Civil pudieron seguirle en su viaje a Francia de octubre, en el que se reencontró con la etarra. Y cuando, el domingo 18 de mayo, Barandiaran recorrió los 180 kilómetros por la N-10 y la E-70 que separan Andoain de la localidad francesa de Arcachon, no sospechó que lo seguían.
En la segunda reunión del ex alcalde andoaindarra con su antigua concejala en suelo francés, ella no apareció sola. Había recorrido 60 kilómetros entre Burdeos y Arcachon en compañía de un cincuentón. Los agentes identificaron al hombre que la acompañaba como Francisco Javier López Peña, alias Thierry, el número uno del aparato político etarra. Tuvieron que contrastar unas fotos actuales con las que se guardan en la memoria de los ordenadores de policía y Guardia Civil en Madrid. Estaba algo cambiado. Había ganado peso y se le habían deformado la papada y el abdomen desde la última vez que había sido visto, en las conversaciones de Zúrich, pero sin duda era él. Esto fue en Arcachon, cerca de Burdeos, según fuentes de la Guardia Civil. El jefe de ETA y Ozaeta pefueron seguidos hasta el 63 de la calle Tours de Marne en Burdeos. Dos días después, la policía gala los detenía en el apartamento junto a Suberbiola y Salaberria.
En esta exitosa operación no ha caído toda la dirección política de ETA: faltarían dos terroristas más para cuya fuga ha podido ser abodecisiva –en opinión de fuentes de la lucha antiterrorista– la poco casual aparición de cámaras de televisión en Burdeos, que casi retransmitieron en directo las detenciones en la madrugada del 21 de mayo.
En Andoain, la detención de Barandiaran ha pillado por sorpresa a muchos vecinos, pe ro no a Juan Carlos Cano, concejal del PP en la localidad. “Durante los años en los que fue alcalde se vio claramente que era una figura importante del mundo de Batasuna, igual que Ainhoa Ozaeta, que fue la coordinadora de Guipúzcoa de la Mesa Nacional de Batasuna –recuerda Cano–. Sería importante que aprendiésemos de los errores y que el entorno de ETA no gobierne los ayuntamientos”, añade. No es el único que lo recuerda estos días. Para el portavoz de Interior del PP en el Congreso, Ignacio Cosidó, la imbricación entre la dirección de ETA y antiguos responsables municipales de Batasuna, EH, PCPV y ANV revela “dónde está el soporte de ETA. Será imposible acabar con la banda terrorista sin actuar con firmeza contra su brazo político”, afirma. El concejal guipuzcoano del PP apunta que Barandiaran era una de las caras amables del mundillo radical vasco. “Intentaba parecer moderado, pero no existe esa palabra en su ideología”, explica Cano.
El halcón doctrinario
“Ésta no es una operación más, en la medida en que López Peña sería la persona con mayor peso en el aparato político y militar de la organización”, dijo en Dakar el miércoles 21 el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, al poco de suspender una gira por Malí, Senegal y Mauritania. Debía regresar a Madrid, reunirse con los mandos y adoptar las precauciones necesarias ante un posible atentado a la desesperada. “No es el final, pero estamos más cerca del final de ETA”, subrayó. Pasados unos días del golpe de Burdeos, Interior ya no sostiene que Thierry fuera el jefe militar de ETA; sí uno de los capos políticos.
Duro y doctrinario, casado con la abodecisiva gada de aberzales Yolanda Molina Ugarte, Javier López Peña pertenece a la banda desde hace 28 años. Ha estado en ETA durante más de la mitad de la historia criminal de la organización, pero no accedió al puente de mando político hasta fi nales de 2006, cuando logró que sus tesis antinegociación acabaran pudriendo el proceso de diálogo.
Durante las conversaciones del Gobierno Zapatero con ETA, en 2006, Thierry, marginado de la línea oficial, les calentaba la cabeza a los cachorros de la banda criticando los contactos. No era partidario de hablar con el Estado sin contrapartidas políticas. Cuando, ante la falta de avance en Suiza, los jóvenes más desconfiados lograron imponer sus recelos, a López Peña le puso la dirección de ETA a marcar a Josu Ternera, el principal negociador de la banda. Hacía tiempo que algunos jóvenes dirigentes de la banda, como Garikoitz Aspiazu, Txeroki, desconfiaban de la versión que Ternera transmitía del estado de ánimo de los interlocutores gubernamentales, así como de sus propuestas. Así lo publicó interviú en enero de 2007. Al principio, López Peña asistía sin hablar a las reuniones con los negociadores del Gobierno. Después, simplemente sustituyó a Josu Ternera. Ante el navarro ex fiscal general del Estado y ex ministro Javier Moscoso y el dirigente socialista guipuzcoano Jesús Eguiguren, se presentó en Zúrich el 15 de diciembre de 2006 como “el jefe del aparato militar de ETA”, en sustitución del hasta entonces interlocutor, José Antonio Urrutikoetxea Bengoetxea. No lo era, en realidad. Lo suyo no es la milicia, sino más bien la política, por más que su formación ideológica sea menos sutil que la de sus antecesores, el literato y poeta aficionado Mikel Albizu Iriarte, Antza, o, años antes, el ex estudiante de Teología e ideólogo José Luis Álvarez Santacristina, Txelis. López Peña (Galdakao, Vizcaya, 1958) no tiene una gran instrucción en el uso de armas, aunque su bautismo de fuego fue un asalto a la cárcel de Basauri con el fin de liberar a varios presos etarras, entre los que se encontraba un joven coetáneo de López Peña, de nombre Arnaldo Otegi.
No pudo vivir muchos años como miembro legal de ETA. En 1980 había sido reclutado y en 1983 lo pillaron en Hendaya (Francia), en la sede de la cooperativa Sokoa. Entonces se le identifi có como un miembro de ETA Político-Militar atípico, de los partidarios de una nueva reintegración con los milis, los etarras contrarios a dejar las armas. En 1993, reintegrado en la banda, pasó a ocuparse de los escondites de amosal y pistolas de la banda. De ahí uno de sus motes: Zulos. Con esa responsabilidad adquirió los entorchados de general, y tuvo acceso al grupo de los mandamases de ETA.
Cumpleaños entre rejas
Entre 1995 y 1996, López Peña huyó a Iberoamérica, donde ETA tenía un potente colectivo de refugiados que siempre ha rebasado el centenar. Fuentes policiales sitúan a Thierry en Cuba en aquella época. En la isla caribeña –en la zona residencial habanera de Miramar y en las provincias de Matanzas y en Santiago– se escondían algunos de los miembros más ideológicamente radicales de la banda. López Peña volvió a Europa en 1999, al socaire de las negociaciones del Gobierno de Aznar con ETA, aunque algunas pistas lo sitúan en la Bretaña francesa entre 1995 y 1996. La banda había implementado un proyecto denominado EH (por Euskal Herria) para acercar al País Vasco a miembros que habían cruzado el Atlántico, con destino preferente en México, Venezuela y Cuba. El plan EH se desarrolló en tres fases. La primera, entre 1995 y 1996, con el retorno de una decena de activistas. La segunda, de 1996 a 1998, con la vuelta de 20. La tercera, que fue la que más retornos produjo, se extendió entre 2000 y 2001, cuando ETA necesitaba reforzar sus filas tras varios golpes policiales seguidos. El gerifalte ahora detenido pudo volver en la segunda fase del plan EH, y establecerse en el sur de Francia con un nuevo cometido: los taldes de reserva. Su trabajo a partir de entonces –más tarde se encargaría de cursillos para novatos– se desarrolló en absoluta discreción, hasta el punto de que, en Zúrich, en diciembre de 2006, sorprendió a los expertos policiales cuando apareció ante los interlocutores del Gobierno como sustituto de Josu Ternera. En la última reunión del Gobierno con ETA, en mayo de 2007, López Peña ya no era un mero sustituto, sino el principal –y duro– interlocutor etarra. Este próximo viernes 30, el galdacanés Francisco Javier López Peña, alias Thierry, alias Zulos, alias Pierre, cumplirá 50 años. Por primera vez, tendrá que celebrar su cumpleaños entre rejas.
Para terminar, hoy Viernes día 30 de Mayo, cantémos todos a Francisco Javier López Peña: