Hola, buenas de nuevo, acabo de leer un artículo interesante con datos
muy interesantes, que merece la pena colgar.
Las aguas del CNI vuelven a su cauce
Sanz Roldán ha conseguido pacificar los servicios secretos en su primer año al frente del CNI. Un período marcado por una remodelación interna y una mayor apertura a la sociedad.
02/07/10
Un año después del período más convulso que ha vivido el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y que se llevó por delante al entonces director, Alberto Saiz, la calma ha vuelto de nuevo a los muros insonorizados de La casa, el nombre con el que los espías españoles llaman a la sede de los servicios secretos españoles.
La pacificación ha llegado de la mano del “riguroso y cartesiano” general Félix Sanz Roldán, según le define una de las personas que le vieron colgar el fajín y las condecoraciones recibidas después de 48 años de vida militar. En la pasada legislatura llegó a lo máximo del escalafón como jefe del Estado Mayor de la Defensa (Jemad) y el año pasado por estas fechas ya veía cercana su jubilación junto a su familia y un nuevo perro que le iba a hacer compañía en los ratos libres. Pero la vida aún le iba a deparar varias sorpresas.
La primera de ellas fue recibir la llamada de José Luis Rodríguez Zapatero para tomar las riendas del CNI. Una elección que a posteriori se ha demostrado acertada, quizás una de las pocas que ha tenido el presidente del Gobierno en los últimos meses, y eso que Zapatero la tuvo que tomar en muy poco tiempo ante el cariz de la rebelión interna que se desató en contra de Saiz.
Su perfil, una ventaja.
El perfil de Sanz Roldán era el idóneo en aquellos momentos de turbulencias. El hecho de haber llegado a lo máximo como militar le confería una autoridad muy provechosa para poner orden en un CNI en el que, no hay que olvidarlo, más del 40% de sus miembros pertenecen a las Fuerzas Armadas o las Fuerzas de Seguridad del Estado.
En segundo lugar, su edad (entonces casi 65 años, para un cargo cuya vigencia es de un lustro) no fue vista en Moncloa como un problema, sino como un elemento imprescindible para limitar las ínfulas de grandeza que da este sillón de mando, en el que el elegido acaba sabiendo mucho de todo y de todos.
El mismo Sanz Roldán se encargó de subrayar que su entrada en el CNI era su “último servicio” al país, a diferencia de muchos de sus predecesores, que siempre vieron en La casa el trampolín perfecto para aspirar a otras metas en el mundo político o empresarial.
La segunda sorpresa que se llevó fue el saber que un familiar suyo trabajaba para los servicios secretos, un cometido que le había mantenido en secreto durante años -tal y como se exige a los miembros del CNI-, incluso cuando Sanz Roldán había llegado a Jemad.
De trato amable pero exigente con los que le rodean, como buen general, este conquense de Uclés
se ha decantado más por Alfredo Pérez Rubalcaba y María Teresa Fernández de la Vega (por este orden)a la hora de despachar los asuntos de inteligencia con miembros del Gobierno. La
damnificada de esta situación es la ministra de Defensa,
Carme Chacón, con la que Sanz Roldán ya tuvo roces cuando ella llegó al Ministerio y él estaba a punto de concluir su etapa como Jemad.
La ministra de Defensa estuvo promocionando durante meses a su propio candidato para sustituir a Saiz, pero el presidente del Gobierno nunca se dejó seducir por los cantos de sirena de la catalana, de quien dependen orgánicamente los servicios secretos. Al menos tres veces le dio una negativa por respuesta y, cuando los acontecimientos se precipitaron, el jefe del Ejecutivo se decidió por la seguridad del general Sanz Roldán.
Gabinete bicéfalo.
Los cambios empezaron a notarse poco después de tomar posesión de su cargo en el Ministerio de Defensa.
Se creó por primera vez en el CNI un gabinete bicéfalo, con un diplomático que le llevase los asuntos internacionales y el día a día de su agenda y un militar de confianza para que supervisase de cerca el funcionamiento interno de La casa.
Además, Sanz Roldán se encontró de sopetón con el problema de que la crisis económica se había comido para este año una buena parte de los fondos destinados en años anteriores. Sin margen de maniobra para negociar con Hacienda, el otrora general se encontró que el presupuesto de
los servicios secretos había pasado de 255 millones de euros en 2009 a 241 millones a repartir de la siguiente forma: 174,7 millones para los gastos de personal (+12,2% con respecto a 2009, donde se incluyen las nóminas de los más 3.000 agentes con los que cuenta el CNI), 43,6 millones para gastos corrientes (-20,1%) y 22 millones para inversiones (-5,6%). En este último apartado se decidió paralizar las obras de construcción de un edificio anexo a la sede central, ubicada junto al hipódromo de Madrid.
Tres objetivos.
Sanz Roldán se marcó desde el inicio tres objetivos para su mandato:
una nueva organización del CNI, una mayor apertura hacia la sociedad y una mejor coordinación con otros organismos del Estado. En cuanto a la organización interna, en noviembre procedió a una remodelación interna en la que la secretaria general, Elena Sánchez, se convirtió en la número dos del CNI a todos los efectos.
De esta forma, las tres direcciones existentes (Recursos, Inteligencia y Apoyo a la Inteligencia, que hasta Sanz Roldán se llamaba de Operaciones) pasaron a depender también de ella, no como antes, cuando sólo tenía bajo su control exclusivo la de Recursos. “Ahora (Sánchez) tiene acceso a toda la información y puede sustituir al director en cualquier ausencia”, explica un portavoz del CNI a Tiempo.
A su vez,
Sanz Roldán ha creado un grupo (el de Estudios Especiales) que intenta prever las necesidades del CNI en próximos años y otro
(Lecciones Aprendidas) encargado, como indica su propio nombre, de identificar
errores cometidos en el pasado y pensar cómo evitarlos en el futuro. En aras de la estabilidad interna que faltó en la última etapa de Saiz,
el nuevo director del CNI ha creado un consejo asesor de personal, al que presentará próximamente un plan de carrera para que la gente pueda prever cuál va a ser su futuro profesional en el centro.
Además, recuperó a la mayoría de los damnificados de su predecesor y el resultado ha sido una mejora sustancial del clima laboral, una reducción en la discrecionalidad de los nombramientos -algo que Saiz utilizó en demasía para premiar lealtades- y un mayor peso de los criterios de mérito y capacidad en la asignación de tareas, siguiendo el ejemplo existente en las Fuerzas Armadas.
En cuanto a una mayor apertura a la sociedad, Sanz Roldán ha cumplido este año una declaración de principios que expuso en su primera comparecencia pública: “Se pueden dejar traslucir muchas de las capacidades sin romper el secreto”, dijo entonces. Para ello se ha mejorado la página web con la introducción de las lenguas cooficiales del Estado, se han colgado intervenciones públicas del director y la secretaria general del CNI y se han incentivado activámente el master de analista de inteligencia, organizado por las universidades madrileñas Carlos III y Rey Juan Carlos, del que han salido 30 potenciales agentes para el CNI.
Asignatura pendiente.
La coordinación con otros organismos e instituciones de la Administración era una de las asignaturas pendientes que los servicios secretos arrastraban desde hace tiempo. Pocos responsables políticos o parlamentarios se han preocupado por conocer la sede del CNI y su funcionamiento interno, empezando por Zapatero, quien aún no ha visitado La casa desde que llegó al poder.
En este sentido, se han intensificado los contactos con los equipos de Moncloa y de la vicepresidencia primera de De la Vega, que veían simplemente al Centro Nacional de Inteligencia como un ente encargado de suministrar informes de inteligencia con los que apoyar sus decisiones. “Se ha recibido a equipos de ministerios, se les ha enseñado el centro, se les ha explicado qué hacemos aquí, les hemos pedido su opinión y les hemos preguntado si la inteligencia que reciben es suficiente”, resume la citada fuente a esta revista.
Con todo, el balance para Sanz Roldán no es totalmente positivo por el secuestro del Alakrana en el Índico y el de los cooperantes catalanes en Mauritania, los dos principales quebraderos de cabeza para el director del CNI en su primer año de trabajo. En el primer caso, los agentes infiltrados entre los somalíes fueron engañados con un supuesto desembarco de los secuestrados y aún no se ha podido identificar a los que se llevaron el botín de 2,7 millones de euros.
En cuanto al caso de los cooperantes, se logró la liberación de Alicia Gámez en marzo, pero no así las de Albert Vilalta y Roque Pascual, que llevan más de seis meses de secuestro en el desierto. El pesimismo es la nota predominante dentro del Gobierno, ya que cada vez están intermediando más personas y no se vislumbra aún un final feliz. “Paciencia”, insisten desde Moncloa.
Fuente:
http://www.tiempodehoy.com/default.asp? ... 2&h=100528
Saludos.