España sabe desde hace diez años que ETA entrena en Venezuela
Antiguos espías afirman que ya en 2000 informaron al Cesid de los cursillos en la selva junto a las FARC
27.12.10 - 02:37 - MELCHOR SÁIZ-PARDO | MADRID.
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Diego Enrique Arria Salicetti, exembajador de Venezuela ante Naciones Unidas, declaró hace un mes ante el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, el magistrado que instruye el sumario sobre los entrenamientos conjuntos entre ETA y las FARC. El diplomático reveló que hasta siete etarras trabajan para el Gobierno de Hugo Chávez y aseguró que la banda terrorista podría estar financiándose de las expropiaciones de tierras del instituto para el que trabaja Arturo Cubillas. Pero, además, aportó documentos de inteligencia que sostienen que el Gobierno español sabe desde hace diez años que ETA utiliza la selva venezolana para adiestrar en armas y explosivos a sus comandos.
Arria, al margen de su declaración, entregó en la Audiencia un dossier que ha sido incluido en el sumario. En él, recoge las confesiones de varios exagentes de la desaparecida Dirección General Sectorial de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip), los servicios secretos de aquel país, posteriormente desmantelados por Chávez.
Los exespías, en los escritos, aportan datos muy concretos sobre la notificación a España de las actividades clandestinas de los etarras. La comunicación oficial de los entrenamientos en la selva se produjo entre el 6 y el 10 de noviembre de 2000, durante el 'II Seminario Iberoamericano de Inteligencia Estratégica', una conferencia internacional celebrada en Montevideo, auspiciada por el Centro Superior de Información de Defensa (Cesid) español, antecesor del CNI, y en la que participaron 17 países y 20 agencias.
Allí, en una sala del hotel NH Columbia de la Rambla Gran Bretaña de la capital uruguaya, «el servicio venezolano y sus delegados de Inteligencia Militar -ya por entonces bajo las órdenes de Hugo Chávez, que llegó al poder en febrero de 1999- informaron en el pleno a los delegados del Cesid -el actual Centro Nacional de Inteligencia (CNI)- de que ese grupo de etarras estaba llevando a cabo tareas de entrenamiento en Venezuela», relata uno de los documentos entregados al instructor. «Especialmente, sobre las informaciones facilitadas acerca de Cubillas y su gente fueron testigos más de doce organismos de inteligencia exteriores, por cuanto se dijo en el pleno y quedó evidentemente grabado», apuntan los exespías.
Desmantelados
Según los informes de Arria, aquel 'chivatazo', en principio, no cayó en saco roto y, «posteriormente, en distintas reuniones se acordó trabajar en conjunto». «Se llevaron a cabo varias reuniones específicas entre miembros de los servicios (españoles y venezolanos), tanto en Uruguay como en Venezuela». Incluso, se destinó a una funcionaria del CESID, de «nombre clave Cristina», para que se ocupara sobre el terreno de investigar los movimientos de ETA en la selva, supuestamente en campamentos de las FARC.
Sin embargo, todo cambió meses después. Al parecer, el Gobierno de Chávez directamente ordenó acabar con la supervisión de etarras. «Los equipos de seguimiento venezolanos fueron desmantelados», en particular la denominada 'Sección 22', que se ocupaba los terroristas españoles. «Sus miembros fueron perseguidos y desbandados (...) los agentes encargados del seguimiento de ETA y monitoreo a nivel central y en las brigadas territoriales fueron despedidos». Y la agente del Cesid fue puesta bajo vigilancia.
De acuerdo con el sumario, durante los gobiernos anteriores a Chávez hasta 38 funcionarios de la DISIP llegaron a trabajar en exclusiva para controlar los movimientos en Venezuela de los etarras, que habían llegado en su mayoría al país fruto de un supuesto pacto entre Madrid, Caracas y La Habana en 1989. «Los acuerdos siempre fueron de palabra. Los estados (Cuba y Venezuela) debían tener control sobre los etarras y a cambio tendrían preferencias y créditos muy blandos».
«En esa época -prosiguen los exespías en alusión a la década de los 90- (los etarras) llegaron a ser 36 en Venezuela y 14 en Cuba» y estaban estrechamente vigilados por «unidades especializadas muy bien dotadas». Los terroristas debían fichar cada poco tiempo. «Eran monitoreados, vigilados e incluso sujetos a vigilancia electrónica». La presión era tal que «muchos de ellos decidieron repartirse en territorios que tenían brigadas muy poco dotadas y esa es la razón por la que muchos se fueron al interior».
Pero el control de los etarras acabó con la llegada de Chávez al poder. La cúpula de ETA «decidió en 1998 que el mejor lugar para entrenar a los etarras sería Venezuela porque a partir de 1999 sería tierra de afectos revolucionarios». Y comenzaron a llegar incluso activistas que estaban bajo la supuesta protección de Castro. «La razón por la que Venezuela se convierte en el último reducto etarra es porque el Gobierno cubano, a pesar de sus vaivenes, autorizó la presencia del CNI en la isla, lo que hizo que buena parte de los 'proyectos etarras' migraran a Venezuela», subraya el informe.