`Alakrana´: Los piratas se pelean en tierra porque no recibieron todo el botín, que se desvió a cuentas fuera de somalia
• Una parte del rescate por el ‘Alakrana’ no acabó en Somalia. En las complejas negociaciones intervinieron empresarios de origen somalí residentes en Dubái. El botín parece haber sido de 3,6 millones de euros. De este dinero, casi un millón puede estar en manos de los piratas de cuello blanco.
Reportaje por: Joaquín VIDAL
Fotografías por: 23/11/09
En Haradere la fiesta se amargó. Nada de bodas ni celebraciones, según confirman los servicios de espionaje españoles, sino enfrentamiento a tiros: en el botín no estaba todo el dinero que esperaban los piratas. Parte está en una cuenta bancaria, probablemente en Dubái. Hombres de negocios de este emirato, y no despachos de abogados en Londres, fueron esta vez los intermediarios, según fuentes de Defensa. Estos empresarios son somalíes establecidos desde hace años en los emiratos. El monto del rescate, incluyendo ese pago extra a los negociantes de Dubái, según las mismas fuentes, fue de 3,6 millones de euros.
Los asaltantes del Alakrana celebraron una cumbre en la cubierta del pesquero. Se llevaron su parte del botín y se marcharon por orden jerárquico a tierra. Los que huyeron al final y fueron tiroteados por un helicóptero español eran “los últimos monos de todo este asunto”, asegura una fuente militar. En la playa esperaba una comitiva de todoterrenos negros, según pudo comprobar el avión de patrulla marítima español, P-3 Orion. Allí estaban los financiadores y jefes de clan de los piratas para cobrar también su cuota. Pero una buena parte no había llegado a bordo. En este caso, los piratas embarcados –no los que están en los despachos– fueron víctimas de una táctica que hasta el momento les había dado buen resultado: el control de lo que publican los medios de comunicación occidentales. Las cifras de dinero difundidas en España son superiores a la que llegó a la cubierta del Alakrana. Hasta ese momento habían mostrado un dominio sorprendente de la opinión pública. “La BBC tiene un servicio exclusivamente en somalí –apunta un analista de inteligencia–; saben todo lo que se publica y detectan por dónde va a funcionar la sensibilidad social del país de los secuestrados”. Por eso los secuestradores montaron la escena de los disparos en directo cuando los tripulantes hablaban con sus familias.
La riña entre piratas es la penúltima complicación de un secuestro que se ha enmarañado a cada paso. La primera fue elegir un negociador. Defensa, por medio de sus antenas en el terreno, optó por una relevante personalidad somalí: el primer ministro, Omar Abdirashid Ali Sharmarke. Es un político de la etnia hawiye, que es la de los piratas. Su pertenencia al mismo grupo y la proyección pública, más su disponibilidad, parecían hacerlo idóneo. Sin embargo, chocaba con una realidad: apenas controla un barrio de su propia capital y la guerrilla islamista Al Shabab lo recibe a morterazos cada vez que va al aeropuerto.
Por eso el embajador en Kenia, Nicolás Martín Cinto, trabajó sobre el terreno. Se basó en los contactos que ya había establecido cuando fue secuestrado el fotógrafo José Cendón. El caso de Cendón muestra las dificultades a la hora de trabajar en el territorio comanche de la costa pirata. El periodista fue secuestrado por su traductor y sus escoltas.
Fuentes de inteligencia explican que es difícil dar credibilidad a casi nada de lo que procede de Somalia: “Tenemos registrados hasta 28 individuos con nombres y apellidos distintos que se han presentado ante la prensa como portavoces de los piratas. Incluso hay fotos de reportajes que no han sido tomadas en Haradere. El problema es que se pagan cifras de cinco ceros para que hablen y por esa cifra un somalí te cuenta hasta que ha matado a su madre”.
Las interferencias en la información desde el terreno han lastrado la actuación del Gobierno. Desde que un esquife se soltó del Alakrana con dos piratas empezaron los problemas de coordinación. El CIFAS (la inteligencia militar) recomendó no capturarlos. Una vez detenidos por un comando de infantes de marina, pidió que se mantuviera en secreto la acción. El Gobierno la hizo pública, para malestar de los mandos militares, que no querían traerlos a España, conscientes de las complicaciones que supondría en la solución del secuestro. Sin embargo, una orden de la vicepresidenta Fernández de la Vega inició el operativo para trasladarlos a territorio nacional.
La ministra de Defensa, Carme Chacón, ha visto en esta crisis cómo le pasaban por encima la vicepresidenta, el ministro de Exteriores e incluso la ministra de Medio Ambiente, y Medio Rural y Marino, Elena Espinosa. Ha tenido que hacer comunicados para explicar que se había hablado con las familias de los secuestrados, que el Gobierno “unánimemente” respaldaba sus decisiones, e incluso para aclarar la decisión y la cadena de mando que decidió la detención de Abdu Willy y su compinche. Al final, la responsabilidad pública recayó en el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general de Ejército Julio Rodríguez. En Moncloa se ha criticado incluso el tono de voz de Chacón en una rueda de prensa.
Sin embargo, Defensa ha hecho un gran esfuerzo en toda esta crisis. Desplegó en la zona dos fragatas, el doble de lo previsto para la operación Atalanta y ha prestado todos los apoyos para traslados y trabajo en el terreno, incluidos varios aviones, uno de ellos un Hércules. Los infantes de marina han intentado varias acciones muy peligrosas (ver recuadro) y, como dijo el general Rodríguez, “por dos minutos” no se cobraron una presa en aguas del Índico.
http://www.interviu.es/default.asp?idpu ... _PK=547&h=